¿Quien soy yo?
Siempre me
gusta leer las noticias rápidas de una variedad de temas en esta página e
intercaladas en ellas encontré este artículo que me hizo mucha gracia y se
llama
“Ocho cosas para las que soy mayor”. En
realidad a medida que pasan los años vamos perdiendo en el camino muchas cosas
que eran importantes en un momento dado, en nuestra primera juventud.
Estoy
totalmente de acuerdo con ella en casi todos los puntos que menciona y también me
gustaría añadir que debemos tener un crecimiento espiritual y moral, para poder
ayudar a las nuevas generaciones con nuestro buen ejemplo y ayudándolos a formar nuevos valores que aunque nos fueron
inculcados, no los practicamos debido a que es tristemente célebre el adagio
popular que dice: “La palabra mueve, pero el ejemplo arrastra”. Porque la
palabra es lo que muchas veces escuchamos, pero de ejemplos nada.
Vemos personas
que aunque tengan 40, 50, 60, 70, siguen viviendo la misma vida desordenada de
cuando tenían 18 años. No crecen y quieren seguir dándole dolores de cabeza a
sus allegados, sin ninguna clase de consideración y sin querer darle el espacio
necesario a los demás, queriendo ser el centro de la atracción y que todo gire
alrededor de ellas.
La edad trae
privilegios gracias a la experiencia y la necesidad que hay de ayudar a formar
primeramente a los hijos y colaborar con el cuidado de la vida y el ambiente
para un mejor mañana para todos.
Hoy en día,
el adulto quiere ser un adolescente sin responsabilidades y con el deseo de vivir
la vida que le queda “disfrutando y destruyendo los valores familiares en aras
de un egocentrismo desmedido”.
El
adolescente y el joven quieren ocupar el lugar de padres y mayores, dando órdenes y queriendo ser adultos en
desorden.
La vida ha
ido cambiando tan rápidamente que nuestra mentalidad debe acomodarse a los
tiempos, sacando el mayor beneficio y mejorando el entorno sobre el tiempo,
para que el mundo no sea un caos mucho peor del que está siendo hoy en día.
Encontrando
nuevas estrategias y parámetros que permitan la aceptación de estos cambios, sin
violar la integridad de ninguna edad.
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